Te pedí que cerraras los ojos.
Me acerqué a ti dubitativa.
Me paré. Lo volví a pensar y el resultado fue el mismo.
Me acerqué a ti de nuevo.
Roce tus labios con ternura.
Me miraste entre sorprendido y triste.
Pude ver en tus ojos una única pregunta: "¿por qué ahora?"
Y en aquel momento te dije sin pensar:
"Solo quería saber cual es el sabor de los besos y cuan tiernos son los labios que un día quise besar."
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