sábado, 19 de noviembre de 2011

Tenerte aquí, conmigo.

Anochecía y solo la oscuridad era testigo de nuestro lenguaje.

Besos y miradas que se confundían entre nosotros.

Y con besos y miradas acurrucarme entre tus brazos,
oír los fuertes latidos de tu corazón
que se acompasaban con los míos.

Nuestros corazones saltaban queriendo formar uno solo.

Te abracé aún más fuerte para intentar relajarme,
pero me fue imposible.

Pues moría de alegría por tenerte aquí,
conmigo.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Algún día tendrá que cambiar

Despertar después de una noche de mal sueño.

Levantarse sin ganas de hacer nada.

Llegar a la cocina y tomar la cafeína necesaria para afrontar la cruda realidad de un nuevo día.

Sin levantar del todo los párpados, guiarse a tientas y arrastrar los pies hasta llegar al baño, donde le espera una ducha en inicio fría para poder despejarse.

Se mete a la ducha y tras el primer gritito desesperado opina que ya es hora del agua caliente.

Se viste sin saber qué es exactamente lo que se ha puesto.

Se calza sus comodísimas deportivas y acomoda los vaqueros encima de ellas.

Se mira de arriba abajo antes de peinarse.

"No es lo que la sociedad espera encontrar", parece decirle su reflejo.
"Pero es lo que yo quiero", argumenta contra él.

Se peina cuidadosamente su largo pelo moreno sobre la camiseta negra que cubre su pecho.

Más despejada va hacia su habitación y la adecenta sin tener un motivo claro de por qué ha de hacerlo todos las mañanas.

Vuelve al baño. Se mira la cara y decide maquillarse un poco. Se hace la línea negra y estrena la máscara de pestañas.

Finalizado el arreglo, se mira de nuevo de arriba abajo, sabiendo que algún día tendrá que cambiar y no por gusto.

Su reflejo, sabiendo que ese día está muy lejos aún, le regala un beso y le desea un feliz día.

Acomoda la mochila a su espalda y sale al mundo, esperando que éste tenga un poco de piedad y la quiera tal y como es.

Que la quiera a ella.